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LIBRO VI - capitoli: XXXVIII, XXXIX, XL, XLIII - originale

CAPÍTULO XXXVIII

Determina el rey de Aragón enviar al infante don Alonso a la conquista de Cerdeña y Córcega.

Cuando el infante don Alonso fue jurado por primogénito heredero y comenzó de entender en lascosas del gobierno, viendo el rey su padre que era muy bastante por su persona y de gran corazóny para encargalle cualquier empresa, determinó de cometerle lo que tocaba a la conquista del reinode Cerdeña y Córcega y envialle con muy poderosa armada.

[ocasión de la conquista.] Esto fue con esta ocasión: que Hugo de Sera había entonces sucedidoen el juzgado de Arborea; y envió al rey un gentilhombre de su casa llamado Mariano de Amirato,con el cual se ofreció con su persona y estado de servir al rey contra los pisanos que estaban apoderados de la isla de Cerdeña. Y como Brancha de Oria estuviese confederado con el juez deArborea y eran los principales de aquel bando y estaban en grande guerra gibelinos y güelfos, pareció al rey que era la mejor coyuntura que se le podía ofrecer aquella para la conquista; perohallaba gran impedimento en la guerra que había entre el rey Roberto y el rey don Fadrique, su hermano, de quien siempre pensó ser ayudado en este negocio. […] 

CAPÍTULO XXXIX […]

Saca el infante don Alonso el estandarte contra Cerdeña en Barcelona el día que el rey su padrese casa. De Girona se vino el infante don Alonso a Barcelona para dar priesa en la armada, y elrey se pasó a la ciudad de Tarragona a donde tuvo la fiesta de Navidad del año 1322. Y en este día -según escriben el autor de la historia general de Aragón y el rey don Pedro- casó el rey con doña Elisenda de Moncada, doncella de gran linaje, hermana de don Ot de Moncada. Y este mismo día el infante don Alonso mandó sacar su estandarte en la ciudad de Barcelona para la conquista de Cerdeña con muy gran solemnidad, como era costumbre en las empresas en que los reyes ponían sus personas.

 

CAPÍTULO XL

Celebrado su matrimonio, se viene el rey de Tarragona a Tortosa a tratar lo necesario en la expedición a Cerdeña. El rey en principio deste año, después de celebrada la fiesta de Navidad ysu matrimonio, se vino de Tarragona a Tortosa, por proveer desde allí -como de un medio en todaslas costas de Cataluña y Valencia- lo necesario para la expedición de Cerdeña, con fin que el verano siguiente partiese el infante don Alonso con su armada.

Envía el rey a las señorías de Florencia y Lucca a pedir la palabra que le tienen dada de socorro.

Y porque el infante deseaba que el rey se certificase del socorro y ayuda que florentines y luqueses darían para esta conquista, pues lo habían prometido, como quiera que las cosas de la parte güelfa habían hecho grande mudanza después de aquella oferta, todavía el rey fue de parecer que se probase; y envió por esta causa a micer Pedro de Vilarasa juez de su corte, a aquella señoría, así para demandarles el socorro que habían ofrecido, como para entender si deliberaban hacer guerra contra la ciudad y común de Pisa.

Avisa el rey a Brancaleón de Oria y a su hijo como a muy devotos suyos, le sirvan en la jornada.

Entonces envió a avisar el rey a Brancaleón de Oria y Bernabé de Oria, su hijo, lo que estaba acordado de la empresa del reino de Cerdeña, porque los tenía por muy fieles y devotos suyos y que le aconsejarían y ayudarían, certificándoles que con poderosa armada y con mucha compañía de ricos hombres y muy buenos capitanes y caballeros partiría el infante don Alonso su hijo, porque entre tanto procurasen de apercibir al servicio del rey los más que pudiesen.

[…]

 CAPÍTULO XLIII (I)

T[ratos del de Aragón con el juez de Arborea.] Aunque los aparejos de la armada para la expedición de Cerdeña estaban muy declarados y con grande publicación, como la guerra se había de hacer contra los pisanos y contra su común y ciudad que tenían ocupada la mayor y mejor parte de Cerdeña, y esto se trataba en gran secreto con el juez de Arborea que se había confederado con el rey de Aragón porque los pisanos le tenían usurpada la mayor parte del estado y en la señoría y tierras de Pisa, había muchas personas destos reinos que seguían el sueldo de la señoría y otros que trataban y conversaban en aquellas partes; y el rey, estando en Barcelona a 23 del mes de octubre deste año, proveyó que el rey don Sancho de Mallorca y las ciudades de Barcelona, Tarragona, Tortosa y Valencia avisasen a todos sus naturales porque estuviesen prevenidos, de suerte que no pudiesen ser detenidos ni molestados negociando y tratando en aquella señoría.

Ofrece el rey de Aragón al juez de Arborea su confederado confirmación de todo el estado que tuvieron sus pasados. Ofreció el rey al juez de Arborea confirmación de todo el estado antiguo quetuvieron sus predecesores; y prometióle que después que fuese adquirido le conservaría en él y haría otras mercedes; y envióle diversas cartas y poderes para que él en su nombre prometiese gratificación a los que sirviesen en aquella guerra. Y Brancaleón de Oria y Bernabé su hijo, queeran de los más principales de quien el rey entendía ser servido para lo de Cerdeña, habían recebido del rey en feudo los lugares y tierras que tenían en la isla, y se ponían en orden para acudir al tiempo que el infante se quisiese hacer a la vela con su armada.

Procuran los pisanos estorbar la jornada a Cerdeña. También los pisanos trataban con el papa que se pusiese estorbo en esta empresa; y por vías exquisitas insistían que se mandase desistir deste negocio, pagándose al rey Io que había gastado en la armada, y que se convirtiese contra el reino de Granada; y esto se procuraba por medio del rey Roberto.

Envía el rey de Aragón a Vidal de Vilanova que trate con el papa impida no vengan los pisanos con

él en guerra. Y el rey envió a Vidal de Vilanova a Aviñón para que con el papa se procurase de tomar alguna buena concordia y medio, de suerte que pisanos, con el favor de la iglesia, no se atreviesen a poner en guerra con él.

[audiencia del papa.] Dio el papa audiencia al embajador un domingo a 23 del mes de enero, enpresencia de los cardenales Tusculano y Neapolión y Lucas del Flisco y de Pedro de la Colona, que eran grandes amigos y servidores del rey; y aunque el cardenal del Flisco era genovés hacía el rey gran confianza dél porque los de aquella casa siempre fueron muy servidores de la casa real de Aragón, y su ag¸elo deste cardenal recibió la orden de caballería de mano del rey don Jaime como del más señalado príncipe que hubo en aquellos tiempos en el hecho de las armas. Halláronse también presentes el cardenal Reblaya y el cardenal Beltrán de Monfavenz.

[…]

Propone Vidal de Vilanova los derechos con que pretende el rey a Cerdeña, y juntamente pide alpapa socorro. Y en su presencia Vidal de Vilanova propuso comenzando a referir desde la donación que el papa Bonifacio había hecho al rey de Aragón del reino de Cerdeña y Córcega, del cual se había coronado de sus manos en Roma en el palacio de San Pedro, y en señal de posesión le dio una copa de oro, diciendo que esta donación se hizo no por su requesta del rey, sino porque entendió el papa que mejor que otro príncipe ninguno de aquellos tiempos podría reducir el señorío de aquel reino a la obediencia de la iglesia, y con este beneficio quiso unir con sus sucesores la corona de Aragón de quien podía ser la sede apostólica ayudada y favorecida.

Dijo también que hubo otra consideración muy principal en este negocio: que fue querer castigar elpapa y reprimir aquella ciudad y común de Pisa que siempre había sido enemiga de la iglesia y lacabeza y amparo de la parte gibelina, para que perdiese su estado y fuerzas y del todo se consumiese su poder y se humillase a la santa madre iglesia. Que había cerca de veinte y cincoaños que esta donación se hizo; y los papas Benedicto y CIemente habían recibido del rey el homenaje y sacramento de fidelidad y vasallaje por aquel reino; y se había prestado a su santidadporque era obligado de hacer este reconocimiento a todos los pontífices que fuesen canónicamente eligidos; y que se debía considerar por su beatitud con cuánto cargo del rey y daño y afrenta de su corona se había diferido la conquista de aquel reino. Y pues nuestro Señor le daba tal ocasión y tan aparejado tiempo para ella, y tenía un hijo tal que podía tomar el cargo y trabajo de la empresa, había hecho tan grande aparejo y gasto para ello como a todos era notorio. Y pues este negocio principalmente era de la iglesia y de su santidad, era muy razonable y justo que ayudase con su tesoro a tan grandes gastos como se ofrecían, y favoreciese con la décima de sus reinos; y se asignase legado con tan favorables gracias e indulgencias como le había concedido el papa Bonifacio de buena memoria: porque entendiendo las gentes que socorría en este negocio como en propria causa, sería más fácil la empresa; y si él fuese tan duro e inexorable que no quisiese socorrer en tan justo negocio, las cosas habían llegado en tal estado que se rematarían cumplidamente y se sustentarían en tanto que a Dios pluguiese que se conservasen, y su santidad quedaría con grande cargo de no haberse inclinado a hacer algún socorro en los negocios que tan principalmente tocaban a la de apostólica.

 

Testo originale

Edición de Ángel Canellas López

Edición electrónica de José Javier Iso (coord.)

María Isabel Yagüe y Pilar Rivero.