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LIBRO VI - capitoli: XLV, XLVIII - originale

CAPÍTULO XLV

Llega el infante con las galeras al puerto de Palma de Sols; y al otro día llegaron las naos con la demás armada que quedó en Mahón. Y a 13 del mes de junio llegaron al cabo de San Marcos, que está junto de Oristán. Y porque el vizconde de Rocabertí y los otros ricos hombres que con él pasaron con su gente y con la que el juez de Arborea les dio se fueron a Quart, que es un lugar que está a una legua del castillo del Castro de Caller para impedir que no le entrase socorro, pareció a los del consejo del infante que fuese a desembarcar en el puerto de Palma de Sols.

Haciendo sus viajes las galeras para tomar aquel puerto, levantóse una gran tempestad de mar por viento proenzal hacia la media noche; y pasando el estrecho que hay entre Cerdeña y la isla de San Pedro, se perdió una galera de las del rey de Mallorca, en la cual iba don Ramón de Peralta y anegáronse algunos caballeros y marineros.

Entró el infante con las galeras a 13 de junio en el puerto de Palma de Sols; y siguieron las naos y toda la armada que quedó en Mahó con tan próspero tiempo, que otro día arribaron al mismo puerto. Y a 15 de junio salió toda la caballería y ejército a tierra; y tuvieron a buen agüero, los que daban crédito a semejante vanidad, que la primera tierra que tomaron fuese de aquel nombre, por donde adevinaban por muy cierta la gloria del vencimiento. Llámase aquel lugar Palma de Sols por estar en las ruinas de un lugar muy famoso y nombrado de aquella isla que se llamó antiguamente Sulci, que fue colonia y población de los cartagineses.

El juez de Arborea y muchos sardos juran al infante por señor. Luego vino el juez de Arborea a hacer reverencia al infante con todos los suyos; y recibieron y juraron por señor al rey y al infante como a sucesor; y muchos sardos principales de la isla.

Artal de Luna va a reconocer el sitio de Villa de Iglesias. Túvose allí consejo de lo que se debía hacer; y deliberóse por el parecer del juez de Arborea que el infante fuese a cercar a Villa de Iglesias; y, según Montaner dice, lo procuró porque de aquel lugar recibía mucho daño toda su tierra y mayor que de Cáller ni de otra parte de la isla. Y el infante mandó a Artal de Luna, hijo de don Artal, que con trecientos de caballo fuese a reconocer el sitio de Villa de Iglesias y a dar una vista a los enemigos; y estuvo un día con su gente en el campo delante de la villa y no salió ninguno de los de dentro.

Cerco de Villa de Iglesias y del castillo de Cáller. Partió de Palma el infante con su ejército a 25 de junio, y a 28 puso cerco sobre aquella villa; y envió al almirante con veinte galeras para que cercase y combatiese el castillo de Cáller y se juntase con el vizconde de Rocabertí, que era su primo hermano, que estaba sobre él. Y había en su defensa hasta trecientos de caballo y diez mil de pie. Y el vizconde tenía ya el castillo en mucho estrecho y les talaron la mayor parte de la vega. Y mandó el infante pasar todo el resto de la armada a la playa de Canelles, que está a diez millas de Villa de Iglesias, para que allí se desembarcasen los trabucos y todos los otros aparejos para el combate.

Cómo se repartieron las estancias para el combate de Villa de Iglesias y lo que en él sucedió.

Púsose el infante con todos los caballeros de su casa y corte frontero de la iglesia de Santa María de Valverde; y don Artal de Luna y su hijo y otros ricos hombres de Aragón tomaron un cerro que estaba delante de la Torre Pisana; y don Ramón de Peralta con otros ricos hombres y caballeros catalanes y aragoneses otro que está a la parte de poniente; y don Pedro de Queralt y Beltrán de Castellet tomaron el valle que está delante de la puerta de San Antonio. A otra parte pusieron sus estancias don Guillén de Anglesola y don Juan Ximénez de Urrea y otros ricos hombres y caballeros, frontero de una puerta que se decía de Montebarlao; y hacia la parte de oriente se puso el juez de Arborea con la gente de la isla. Pareció a algunos del consejo del rey que se combatiese la villa, y dióse el combate a 6 de julio; y recibieron los nuestros mucho daño por falta, según se creyó, de los que fueron a reconocer la cava, que hicieron relación que era menor y parecióles después muy ancha y más honda de lo que se entendió. Y fue en este combate muy mal herido un barón muy principal de Cataluña que se llamaba Hugueto de Santapau.

El juez de Arborea hace el homenaje que llaman ligio, con la obligación de pagar el feudo, al cual da el rey el estado y juzgado de Arborea como feudo para él y a los suyos. Llegó el juez de Arborea con los suyos y con diversas compañías de gentes de caballo y de pie al real a 3 del mes de julio; y allí hizo al infante el homenaje ligio que llaman en Italia, reconociendo tener su estado en feudo por el rey de Aragón con censo de tres mil florines de oro que se habían de pagar en cada un año el día de san Pedro y san Pablo; y más se obligó de dar luego al rey los ochenta mil florines para ayuda a los gastos de la guerra. Y diósele el estado y juzgado de Arborea perpetuamente en feudo, según la costumbre de Italia, para él y sus sucesores legítimos, y todas las villas y castillos que entonces tenía en su poder. Fue éste siempre fiel y buen servidor al rey y a su hijo; y por causa de su valor y ser muy leal a la corona de Aragón fue gran parte que la isla se pudiese conservar y defender a los principios de la conquista.

Los de la casa de Oria vienen a hacer los homenajes por los lugares que tenían en la isla.

Después vinieron al real que tenía el infante sobre aquella villa Bernabé de Oria, hijo de Brancaleón, y otros barones y señores de aquella casa de Oria, a hacer reverencia al infante; y le prestaron homenaje por los lugares y castillos que tenían en aquella isla.

Los de Sácer y marqueses de Malaspina y toda la isla hace lo mismo, sino los que se tenían por Pisa. Y lo mismo hicieron los de la ciudad de Sácer y los marqueses de Malaspina y todos los otros lugares, sino fueron los que se tenían por el común de Pisa, que se habían fortificado que eran el castillo de Castro que es el mismo que se llama el castillo de Cáller, Villa de Iglesias, Aguafreda, Joyosaguarda, Orgulloso, Ullastre, Quirra, Patres y Terranova.

[obediencia de Sácer.] Túvose trato y inteligencia con los de Sácer; y ofrecieron que en llegando la armada se rendirían al infante y se reducirían a la obediencia del rey de Aragón; y así lo cumplieron: en lo cual entendió un Guantino Catoni principal sacerés. Y esto fue muy importante, porque los pisanos habían hecho nuevamente una población hacia Terranova, que es el lugar más cercano de Pisa y de Córcega, a donde tomaban tierra; y tenía deliberado el infante de ir de allí a Terranova por haber aquel lugar, porque de allí se quitaba a los contrarios la comodidad que tenían de ser socorridos.

[…]

 

CAPÍTULO XLVIII

[…]

Diferencia entre el juez de Arborea y Bernabé de Oria, que puso en aventura a la empresa de Cerdeña. Sucedieron otras cosas por donde estuvo el hecho en grande aventura que ni las refiere Montaner ni el rey don Pedro, que son los que más extendidamente escribieron lo desta empresa. Esto fue que entre los otros lugares que el juez de Arborea poseía al tiempo que se le dio el feudo del estado eran los castillos de Gociano y Montagudo, y por el dinero que había de pagar al rey hasta que se hiciese la paga entregó estos castillos en rehenes al infante con el castillo de Bosa; y proveyó el infante de alcaides y envió a Ramón de Senmenat a Gociano y a Bosa a Pedro Ortiz de Pisa y a Guillén de Cancerch al castillo de Montagudo.

A otra parte Bernabé de Oria, que estaba en el servicio del infante con buena compañía de gente de caballo y de pie, pretendía que Gociano y Montagudo eran suyos y se habían dado por el rey a Brancaleón de Oria, su padre, para él y sus sucesores; y después se había concedido el feudo del juzgado de Arborea con todas las tierras que tenía en aquella isla a Hugo de Sera y no se había tenido noticia que el juez de Arborea tuviese aquellos lugares, porque no se expresaron; y nació grande diferencia y discordia entre aquellos dos señores, que eran los principales de quienes dependía la conquista según el estado en que se hallaban las cosas; y llegaron a gran rompimiento.

[…]